En diciembre de 2011, Bernard Niesner (Viena, 1979) movió su puntocom de Madrid a Londres. Aunque Busuu había nacido tras un máster en el Instituto de Empresa, Niesner sentía que no estaba en el sitio adecuado. Tenía cinco millones de personas registradas, pero se le amontonaban los problemas: “Manifestaciones en la calle, falta de inversores, mal ambiente…”.
Desde entonces Busuu, nombre de una lengua que solo hablan ocho personas en Camerún, no ha dejado de crecer. Este servicio permite aprender idiomas a través del móvil, la tableta o el ordenador. Cubre 12 idiomas, aunque inglés, español, alemán, ruso, brasileño y polaco son los más demandados.
Ya superan los 40 millones de alumnos y los 40 empleados en la sede central. “Cuanto estábamos en Madrid éramos diez; los desarrolladores buenos ya estaban en otras empresas y era muy difícil crecer”, explica Niesner. Antes de final de año quiere llegar a 50 empleados, a los que suma otros tantos freelance que trabajan como traductores, lingüistas y locutores.
Los contenidos de las lecciones de busuu son propios, aunque trabajan con varias editoriales ya establecidas y está en conversaciones con varios centros académicos para conseguir la certificación de los cursos. “Lo importante es aprender, pero los que tienen inquietudes laborales quieren poder demostrar sus conocimientos”, explica el directivo. Los niveles van de principiante a intermedio.
El año nuevo chino ha venido con un regalo en la empresa. El hecho de que Apple comenzase a vender su iPhone con la operadora dominante ha hecho que descubran la AppStore. Durante una semana ha sido la aplicación educativa más descargada en aquel país. En el iPhone superan los 23 millones de descargas, aunque Android es la plataforma con un mayor crecimiento, mientras que la versión web nota cierta estancamiento.
Busuu, como todo lo relacionado con el aprendizaje, crece en los países emergentes. “Por un lado, es un sistema perfecto para una lección de 15 minutos, mientras se espera el autobús, se hace una unidad didáctica o se completa un ejercicio. Por otro, es la puerta natural de acceso a Internet, llegan directamente al móvil”. Esto explica que Brasil, donde son líderes con seis millones de usuarios, sea el que registra un mayor crecimiento, 4.000 altas al día. “El Mundial y los Juegos Olímpicos hacen que se despierte el interés”, matiza.
Algo similar sucede en Rusia, donde tienen cinco millones de usuarios. “No es una cuestión de placer, como pasa con muchos alemanes de más de 50 años que estudian español en nuestro sistema para poder manejarse cuando vienen a Mallorca, sino una cuestión de trabajo. Si un taxista sabe inglés en Río o en Moscú será más competitivo”, subraya.
Turquía, Ucrania, Colombia y Afganistán les siguen en crecimiento. En América Latina no hay diferencia entre sexos, pero sí encuentran que el acceso mayoritario es de personas entre 14 y 30 años a través del móvil. En Rusia la tasa femenina es superior, pero se mantiene el rango de edad. En Turquía, en cambio, hay más hombres. “El reto es saber entender a cada comunidad y adaptar el producto”, aclara Niesner.
Uno de los cambios de Busuu en estos tres años de vida es la unificación. Ya no hay una aplicación por idioma, sino una sola, con ambición de funcionar como una red social. “Los estudiantes pueden quedar entre sí para hacer intercambio y charlar, o corregirse los ejercicios con un nativo. Los facilitamos, pero no tiene coste alguno”.
La primera ronda de financiación llegó en 2008 cuando aún estaban en España, de la mano de Martin Varsavsky, para que el proyecto se convirtiera en un servicio real. Tras la llegada al Reino Unido, han sumado 3,5 millones de euros de Brent Hoberman, un inversor bien conocido en Londres, entre cuyas inversiones destaca Lastminute.com. En total superan los cuatro millones. En marzo espera cerrar la siguiente ronda.
uSpeak y Duolingo son los dos grandes competidores de Busuu. Al primero, muy centrado en la gamificación, el uso de mecánicas de juegos para incentivar el uso, le resta importancia: “Es pequeño, tiene pocos idiomas y te hace pagar por lecciones. Nosotros tenemos gamificación: se puede valorar a un profesor o la ayuda de un compañero dándole busuuberries, algo así como frutitas, o ver cómo crece tu jardín o se marchita según la dedicación que le pongas al curso. Pero lo importante es hacer un buen seguimiento de cada usuario”.
En el caso de Duolingo, Neisner aún es más crítico: “Casi todo se basa en la expresión escrita, por decirlo de alguna manera. Digamos que su negocio no es el aprendizaje, que es gratis, sino la venta de las traducciones que hacen los alumnos de artículos de CNN o BuzzFeed al español. Llega un momento en que se estancan, ya no aprenden más. Y, queda claro, ellos son parte del producto, pero los clientes son los medios”, confiesa.
El negocio es de Busuu es tipo freemium, como se conoce a los servicios que no exigen dinero, pero sí ofrecen más contenidos si se paga. Busuu pide seis euros mensuales por estudiar más de un idioma, acceso a la gramática, seguimiento de objetivos y análisis del avance.
Niesner no da cifras de su negocio. “Solo puedo decir que cientos de miles de usuarios pagan”, se excusa. El año pasado los ingresos fueron de siete cifras y espera pasar a ocho este año.
Por ahora no tiene intención de volver a España. “Con la empresa, no, seguramente no, pero sí creo que dentro de dos o tres años muchos de los que trabajan en Londres, Berlín o Silicon Valley se establecerán en España con un bagaje muy rico. Se va a notar el paso cualitativo”.
Fuente : El País