Desde 2008, la adicción a Internet está considerada oficialmente como un trastorno mental en China y una de las principales amenazas para la salud de sus jóvenes. En los últimos diez años el gobierno de Pekín ha desarrollado terapias de choque que, en algunos casos, se aplican en centros parecidos a una cárcel, con alambradas y barrotes. El New York Times ha metido sus cámaras dentro de uno de ellos para mostrar la vida de los pacientes durante los meses que dura el tratamiento.
En algo más de siete minutos que dura el documental llamado “China’s Web Junkies”, podemos ver el régimen militar al que se somete a los jóvenes en uno de estos centros situado en Daxing, un suburbio de Pekín. A primera hora de la mañana, los responsables de estas particulares clínicas despiertan a los chicos con silbatos, gritos y una luz roja en la cara para iniciar el entrenamiento. Al aire libre, desfilan en ropa militar y corren en pelotón. Es sólo una parte del tratamiento que también incluye medicación, electrodos cerebrales, dieta controlada y vigilancia continua.
Esta es la rutina diaria para los pacientes en los tres o cuatro meses que dura el tratamiento en el que les prohíben el contacto con el exterior. Los testimonios que incluye el documental revelan la angustia que sienten muchos de estos chicos a diario. Uno de los jóvenes, entre lágrimas, relata que sus padres le obligaron a ingresar en el centro. “Me trajeron para ver un doctor, pero en lugar de eso me ataron las manos y me encerraron”.
Otro de los adolescentes cuenta que todo empezó cuando un amigo le llevó a un cibercafé, empezó a jugar y a tener peleas con sus padres cuando descubrieron lo que hacía. “Sentí algo siniestro cuando vi este edificio e intenté escapar, pero los jefes de entrenamiento me arrastraron dentro”. Desde el exterior pueden verse jóvenes llorando en las ventanas de las celdas donde son recluidos.
Tao Ran, el director del centro, ostenta el cargo de “especialista de adicciones” y va vestido con un uniforme de alto cargo militar. Defiende que cualquiera que pase más de seis horas en Internet y no lo esté usando para trabajar o estudiar es propenso a convertirse en adicto a la red. “Estos niños están tan enganchados que para no ir al baño en el transcurso del juego llevan pañal, así que ¿por qué no podemos llamarlo heroína electrónica?”.
El centro anima a los padres a participar en las terapias. De hecho, el documental muestra una sesión en la que el señor Ran culpa a los padres de la soledad que sienten sus hijos y cómo buscan refugio y compañía en la Red. Una de las madres lee ante las cámaras el desgarrador testimonio que le ha escrito su hijo en una carta: “Mamá estoy sufriendo. No es porque no tenga videojuegos aquí dentro sino por la soledad que siento. Me engañaste para que viniera. No puedo vivir más”. “Desde que mi hijo comenzó a a jugar con el ordenador se volvió una persona muy cruel. Le tuvimos que dar somníferos para traerle”.
El Centro de Tratamiento de Adicción a Internet de Daxing, establecido en 2004, fue uno de los primeros de esta clase. Ahora hay cientos de programas como este por toda China y Corea del Sur. Pero también en los Estados Unidos existen centros donde tratan esta adicción, pero de una forma totalmente distinta, utilizando técnicas basadas en terapias de alcohólicos y drogadictos.
El Centro Médico Regional de Bradford, Pensilvania (EEUU), que afirma ser el único en el país que ofrece sus servicios dentro de un hospital, brinda un programa de rehabilitación para adictos a internet que dura 10 días. El tratamiento cuesta 14 mil dólares.
“Atendemos a personas incapaces de mantener un trabajo y que dependen totalmente de internet para satisfacer sus necesidades emocionales. Quienes se refugian en los juegos en la red son poderosos en ese ambiente, pero en la vida real no tienen autoestima. Necesitan insertarse en la sociedad, pero no saben cómo hacerlo o no tienen la motivación”.
El programa creado por la psicóloga Kimberly Young contempla desconectar al paciente de internet durante 72 horas. Los internos también participan en terapia de grupo, se someten a evaluaciones psicológicas y aprenden a interactuar con la tecnología de forma saludable. “Es como la adicción a la comida. En vez de aprender nuevas maneras de comer, se les enseña un uso responsable de internet”.
Son pocas las estadísticas mundiales con respecto al fenómeno. El único estudio realizado en Estados Unidos es del 2006 y según el mismo, hasta uno de cada ocho estadounidenses, sufría de adicción a la red.
Fuente : cadenaser